Siempre he querido tener la capacidad de guardar los buenos momentos en frascos para que, en aquellas situaciones en las que no te encuentres, en las que no veas la salida, sepas cómo volver a ser feliz. Administrarme los momentos de felicidad para cuando me falten. Que faltarán. Y así no estar esperando el momento en el que llegue alguien que me diga:
-Venga, damos una vuelta y me lo cuentas.
Saber que al igual que hubo momentos felices que se fueron, hay momentos de felicidad que están por llegar.
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