Atrévete, equivócate, que allí donde no te encuentres, iré a buscarte. Allí donde no hagas pie, seré suelo a metros de profundidad. "De aquí no bajas, sirena".
Tocado.
Y las aguas se abren para verte los ojos; piernas de mujer buscando almohada cualquier noche. Noche que cierras en ese grito que se ahoga a ras de la superficie intentando salir. Esa mano que se resbala de la tuya y te hunde de nuevo.
Tocado.
Imágenes distorsionadas que mezclan el pasado, metiéndote mano en un callejón, y el futuro, que deja que se enfríe la cena caliente en la mesa. E intentas subir y abrazar ese calor, decirle que tienes el corazón bajo cero y que necesitas de su aliento para respirar. Pero te ahogas.
Tocado.
Y hundido.
Entonces es cuando sacas la mano a la superficie, sin más ayuda que tus huevos y tus ganas de vivir. Que le den al destino si has confiado tu porvenir a unas caderas que te dicen que vamos, que te seques el pelo y escupas el agua, que estás más guapa recién levantada y se quiere acostar para verte amanecer. Y sigues esos tobillos que te insinúan el camino, que te dicen que hoy sí. Que se la juegan a andar sobre cristales si después la coses. A ti. Y tiras la aguja, y que se clave en quien quiera abrirte las puertas que derribaste para no tener un picaporte sobre el que vivir.
Disfruta del naufragio. Lo mejor está por venir.