martes, 22 de enero de 2013

Para matar mis dudas, subir hasta tu luna.

Supongo que cuando alguien decide contarte sus intimidades, la historia de su vida, es porque o bien decide que deberías saberlo, o confía en ti. Sea como fuere, el hecho de querer que escuches cosas que no ha querido contarle a todo el mundo es, en mi opinión, un acto de valentía. Por supuesto no sabe cómo te lo vas a tomar. Si te vas a reír, si vas a salir corriendo. Si nunca más volverás a verle de la misma manera. Pero el hecho de que se abra contigo, de que quizá quiera que le llegues a conocer, es algo indescriptible. El importarle tanto a alguien como para no querer tener secretos contigo, es algo que siempre he anhelado. Algo que tengo. Y que no cambio por nada. Tener la seguridad de que va a escuchar todo lo que estés dispuesto a contarle. Explayarte tanto como puedas. Que se interese en ti. En conocerte. Ese, sin duda, es el mayor de los regalos.
 
 

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