miércoles, 23 de enero de 2013

Sin ti será mi desventura.

"Es el momento de escribirte lo que nunca fui capaz de decirte, aunque sea tarde. De escribir lo que ha sucedido en una carta que no te voy a mandar, que no vas a recibir nunca. Que, como tú me enseñaste, en cuanto acabe de escribirla la quemaré. Mis sentimientos se pondrán a arder y ese dolor, ¿cómo era? Cómo decías tú... Ah ya, "así el dolor no se te queda tan dentro".

Esta vez sólo quiero ser claro. Sería un imbécil si no gritara que me he equivocado contigo, que la he cagado pero bien desde el principio. Que he intentado avanzar sin apartar antes las cosas que me lo impedían, agarrado al pasado, mirando para atrás, queriendo olvidar pero sin parar de recordar... Qué locura.

Empeñado en quedarme allí, en medio de un lado y del otro, sin perdonar, sin perdonarme, sin avanzar. ¿Dónde está el secreto del futuro, Gin? Puede que esté en fijarse bien y en avanzar. Mirar más cerca. Más. Tan cerca que lo borroso se vuelve nítido, se vuelve claro... ¡Claro! Hay cosas que pasaron antes, mucho antes. Y no quiero esperar milagros, sólo que las cosas pasen.

Sí, no, sí, no, sí, no... Yo antes lo tenía claro, pero ahora ya no depende de mí, sino de ti.

Te quiero".


"Querida Gin, Tonic"

Tengo ganas de ti.

martes, 22 de enero de 2013

Para matar mis dudas, subir hasta tu luna.

Supongo que cuando alguien decide contarte sus intimidades, la historia de su vida, es porque o bien decide que deberías saberlo, o confía en ti. Sea como fuere, el hecho de querer que escuches cosas que no ha querido contarle a todo el mundo es, en mi opinión, un acto de valentía. Por supuesto no sabe cómo te lo vas a tomar. Si te vas a reír, si vas a salir corriendo. Si nunca más volverás a verle de la misma manera. Pero el hecho de que se abra contigo, de que quizá quiera que le llegues a conocer, es algo indescriptible. El importarle tanto a alguien como para no querer tener secretos contigo, es algo que siempre he anhelado. Algo que tengo. Y que no cambio por nada. Tener la seguridad de que va a escuchar todo lo que estés dispuesto a contarle. Explayarte tanto como puedas. Que se interese en ti. En conocerte. Ese, sin duda, es el mayor de los regalos.
 
 

sábado, 12 de enero de 2013

Dime por quién mojas tus pestañas.

He pasado muchas cosas, sí, y puedo afirmar con total certeza que soy fruto de todos y cada uno de mis errores más que de mis aciertos. Porque, si algo lo haces bien a la primera, a medida que pase el tiempo no tendrás nada que te lo recuerde. Ni cicatrices, ni huecos en el alma, ni rozaduras. Nada que haga ver hasta dónde has llegado desde entonces. Y sí, todo el mundo querría una vida en la que llegásemos al final sin una sola magulladura, pero lo bonito es ver a alguien que ha sabido hacerse fuerte a base de mil y una caídas. Contar toda una vida con una sola mirada. Que una lágrima encierre cada sentimiento que tu cuerpo no es capaz de asimilar. Que la experiencia sea tu sexto sentido. Poner sobre la mesa todos los malos ratos, todos los inmerecidos llantos, todos los caminos torcidos, esperando que alguien sea capaz de cogerte de las manos y rellenar todos los huecos que el resto de gente fue abriéndose en ti. Cerrar vuestras heridas. Sostenerte en medio del silencio. Volver a ser uno.


domingo, 6 de enero de 2013

Un rayito de sol que me ayude a vivir.

Hoy es uno de esos días en los que sé que mi corazón es tuyo. Ni sé por cuánto tiempo, ni si con mayor o menor intensidad a medida que pase el tiempo. Haz con él lo que quieras. Hace ya tiempo que vuelo sin él. Me he acostumbrado a que cuelgue del tuyo. Así, si ese cae, el mío es el primero en rozar el suelo, y si se eleva, siempre le seguirá de cerca. Pero está bien. Estoy bien. Mejor que nunca.


miércoles, 2 de enero de 2013

Dime cuánto hay que remar para llegar a tus pies.

Y me he dado cuenta, quizá demasiado tarde, quizá demasiado pronto, de que nada es demasiado importante. Lo que hoy nubla tu mirada y tu mente, mañana no será más que una fina neblina. Que no merece la pena atormentar al corazón con problemas inexistentes. Que de nada sirve intentar ayudar a los demás y comerte la cabeza por ellos si a cambio sólo recibes indiferencia. Que al final del camino, sólo te tendrás a ti mismo, y que por ello debes anteponerte a todo lo demás. Que vales la pena. Mucho. Y que dependes de ti mismo para seguir avanzando y sentirte querido. Que el calor de unos brazos que te esperen cada noche es importante, por supuesto, pero que si no tienes un buen corazón que sea capaz de guardar tanto sentimiento, no es más que energía malgastada. Que la opinión de los demás no son más que meros comentarios. Que si sabes lo que vales, no tienen ni que rozarte, y mucho menos hacerte replantear tu forma de vida. Que somos todo lo que hemos vivido. Los golpes de la vida, las ilusiones, nuestras metas, muestras de cariño, experiencias, tormentos. Todo en distinta proporción, pero dándonos forma. Que si hoy es un mal día, mañana seguro que sale el sol antes de tiempo. Que si alguien te hace daño, otros se mueren por cerrar tus heridas. Que las decepciones no acaban siendo más que otra capa de protección adherida a tu corazón. Que tu vida se regirá según tus decisiones, y al final del camino, de nada sirve haber sabido amueblar la vida de los demás si la tuya sigue en obras. Y que, si algo merece la pena y luchas con cada músculo de tu cuerpo para lograr que salga adelante, no tendrás nada que reprocharte. Jamás.



Welcome to my life.