Dame la mano. Hagamos locuras. Vayamos a algún lugar donde no nos encuentre nadie. Donde el olvido no tenga lugar. Donde seas todo susurros. Donde jamás tengas dudas. Donde mueras por mí.
Y allí seremos dos. Y el mundo se nos quedará pequeño. Nos perderemos en un pestañeo. Y con las manos al tiempo, mirarnos a los ojos y saber que eso es lo que queremos. Una vida donde lo más lejos sea a tu lado. Donde no exista el tiempo. Donde nunca crezcamos. Y sigamos igual de enamorados mientras me besas en la frente y dices que todo está bien. Que no necesitas nada más. Que no te arrepientes de nada. Que quieres que yo sea lo primero que veas al despertar. Y que las noches se vuelvan infinitas mirando las estrellas y contando lunares en mi piel.
Que la eternidad para ti sea mirarme a los ojos. Y dejar que yo me pierda en los tuyos. Una y otra vez mientras detienes mi corazón con un suspiro y susurras esas dos palabras por las que empecé a morir.
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