miércoles, 10 de octubre de 2012

Siempre quiero estar contento, triste no valgo la pena.

Ríe. Llora. Grita. Pero nunca te arrepientas de nada, porque somos lo que hemos sido, lo que hemos dicho, lo que hemos hecho y lo que hemos sufrido. No quieras borrar partes de tu pasado o querer que vuelvan a ser como antes, pues sólo conseguirás hundirte cada vez más en el dolor que te produce saber que eras feliz. Que los dos lo érais. Pero no creas que jamás verás las estrellas de la misma manera. Pues, aunque vistas desde otro lugar, siguen siendo igual de hermosas. Incluso más. Porque lo hermoso no depende de las cosas, sino de los ojos de quien las mira. Y saber que está contigo lo más bonito de tu vida te hace pensar en todo y en nada a la vez. Recordar el camino que seguiste hace que te replantees las decisiones que has tomado. Y, por supuesto, si decides mirar atrás y retomar un camino de ya hace tiempo, ten por seguro que seguirás alcanzando la felicidad, ya sea tomando un atajo o la carretera más larga. Porque nadie puede decirnos que algo no es posible. Que no está a nuestro alcance. Que siempre nos arrepentiremos. Porque es posible que, gracias a esa decisión, tengas personas a tu alrededor que estén ahí para recordarte lo especial que eres y todo lo que vales. Así que, ¿por qué no? La vida es corta dicen. Demasiados errores por cometer en tan poco tiempo. Demasiadas locuras. Demasiadas cosas que merecen la pena. Demasiadas alegrías. Tristezas. Caídas. Recuperaciones. Esperanzas. Sueños. Recuerdos. Demasiado por hacer. Así que por qué no. Quizás mirar atrás lo sea todo. Quizás no sea nada. Pero pase lo que pase, es. Y eso es lo más importante. Porque es posible que, gracias a esa decisión, tengas a tu lado a lo más importante. Y si después de echar la vista atrás sigues con lágrimas en los ojos y con el corazón en un puño, tampoco pasa nada. Tendrás a gente que te ayude a volver a levantarte. Siempre. 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Welcome to my life.