Rodear con tus brazos suavemente su cuello. Esconder el rostro entre sus ropas e inhalar su aroma. Cerrar irremediablemente los ojos y dejar que te acerque más a él. Notar cómo busca con su rostro tu cuello y te besa delicadamente. Apretar débilmente tus brazos para alargar ese momento.
Esos abrazos que siempre son perfectos.
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