Ser feliz. Eso es a lo que todos aspiramos. A lo que se reduce cada uno de nuestros latidos. Cada una de nuestras decisiones intenta llevarnos a sentirnos mejor. A estar más cómodos con nosotros mismos. Sin embargo, además de no depender totalmente de nosotros, a veces le confiamos nuestra felicidad a aquellos que nos herirán. Tarde o temprano. Ya sea una vez o de continuo, nos harán daño. Y, aunque estemos convencidos de que hay ciertas cosas que no perdonaremos, y por las que cortaremos por lo sano, eso no nos evitará el dolor de sabernos traicionados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario