He tomado una decisión: voy a aprovechar cada uno de tus latidos. Absorberé cada una de las palabras que me susurres, me tatuaré tu risa en cada recodo de mi piel, y me gravaré a fuego cada una de tus caricias. Y sé que no será suficiente. Porque, si un día decides irte, ningún recuerdo será lo suficientemente nítido o borroso para que duela menos. Para que duelas menos. Sé que en esos momentos necesitaré olvidarte, dejar de recordar cada paso que diste en mi vida, cada sitio donde te asentaste, pero jamás podré olvidar la tranquilidad de tus brazos y la calma de tu respiración, que se acelera cada vez que apoyo mi cabeza en tu pecho. Nada es para siempre, dicen. Ni vas a estar aquí siempre, ni respirarás para el resto de la historia, ni la gente permanecerá a tu lado en todo momento. Es por eso que, aun sabiendo que me vas a doler como jamás nada me ha dolido, quiero grabar cada uno de tus movimientos en mi memoria, para poder recordarlos en mis días de autodestrucción, y aprovechar cada instante que pase contigo, porque en un futuro, me daré cuenta de que estos fueron buenos tiempos. De que era feliz. Y, quizá, de que lo seguimos siendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario