Hoy es uno de esos días en los que te mueres por cruzar la pantalla y abrazarle. Uno de esos abrazos en los que después su olor se adhiere a tu ropa y a tu pelo. En los que de la fuerza de vuestros brazos podríais llegar a fundiros. En los que cierras los ojos y simplemente querrías quedarte ahí para siempre. Entonces es cuando gira levemente el rostro para besarte en la cabeza y definitivamente te pierdes en él.
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